01 noviembre 2005

¿Humildad u Orgullo?

"Me avergüenza la alabanza porque la mendigo en secreto". Esta máxima del poeta, filósofo indio, premio Nobel de literatura (1913) y caballero inglés (1915) llamado Rabindranath Tagore (1861-1941), expone de una manera algo confusa la aparente contradicción entre el orgullo y la humildad, así como la dificultad para percibir estas dos cualidades de forma correcta.

Me explico. Por una parte, tenemos a la persona que no esconde lo que es y demuestra abiertamente que su naturaleza es la prepotencia, la altivez y el desprecio por toda cosa inferior a ella. Y por otro lado, tenemos a la persona que no es nadie, que no se atreve a discutir por creerse ignorante y a dudar siempre de sus palabras, actos e incluso pensamientos.

Obviamente, pocas personas encajan completamente con alguna de estas descripciones, aunque si hay más de alguna, sería de la primera clase. Lo normal es un sentido de la autoestima más o menos equilibrado, aunque tristemente este equilibrio cada día está más descompensado.

La cuestión es que, a veces, la persona que aparenta humilde, quizá no lo sea tanto. Excuso decir que los orgullosos normalmente son lo mismo por fuera que por dentro. Pero los que parecen humildes quizá no...

Recordemos la máxima de Tagore: "Me avergüenza la alabanza porque la mendigo en secreto". Hay que decir que esto no es un patrón para juzgar a la gente. Sólo es un pequeño detalle en el cual pensar.

Mucha gente no es capaz de encajar los halagos, los encomios y los aplausos. Y no es porque no se merezcan. Más o menos, cada uno de nosotros bien merece de vez en cuando que nos suban la autoestima. Sin embargo, puede suceder que repetidas veces, una persona (incluso nosotros mismos) no aceptemos la alabanza que viene de otros.

Por ejemplo. Hemos hecho bien una comida. Rápidamente, los comensales alaban al@ cociner@ y le atribuyen todo el mérito. ¿Cómo reacciona el destinatario? Bueno, puede haber varias opciones para el caso que estoy mencionando. Una es ponerse colorad@, negar todo mérito, cambiar velozmente de tema, y maniobras similares.

Pero claro, con esto no basta para identificar a este patrón de personas. Entre varios, un detalle podría ser su carencia de sinceridad al encomiar a otros por su buen hacer, y no sólo carencia de sinceridad, sino el negar el éxito de otros, incluso no dar las gracias, o sólo siguiendo al protocolo.

Bueno, sólo es una apreciación. Sobra decir que esto tampoco se puede aplicar a todos los que parecen humildes, pues puede ser que nuestros prejuicios nublen nuestra vista. Pero esto bien pudiera ayudarnos a no dejarnos engañar por falsos destellos sobre un oro simulado.

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