07 noviembre 2005

"Déjate guiar por tu corazón"

Qué linda frase ¿verdad? Suena tan bien... y si se oye en medio de una película no te cuento: casi seguro que se revuelven las emociones. Y es que es tan bonita...

Sí, será eso todo lo que es. Bonita y ya está. Porque lo que se dice un buen consejo... no es. Para nada.

Ahora la parte que me gusta: la de las razones. Porque si digo esto, será por algo. Y que conste que no me lo saco de la manga, aunque algun@ piense que soy demasiado racional y extremista. Ahí va una de raciocinio.

¿Qué es el corazón? Según el Journal of the Society of Biblical Literature and Exegesis (1882, pág. 67) se define el corazón como "la parte central en general, el interior, y, por lo tanto, el hombre interior tal como se manifiesta en todas sus diversas actividades, en sus deseos, afectos, emociones, pasiones, propósitos, sus pensamientos, percepciones, imaginaciones, su sabiduría, conocimiento, habilidad, sus creencias y sus razonamientos, su memoria y su consciencia”.

Resumiendo: que el corazón es el centro de nuestras emociones. Así como la mente alberga pensamientos, del corazón emanan emociones y sentimientos. Obviamente, esto es figurado, pues sabemos que el corazón bombea sangre para el cuerpo. Es la mente la que hierbe todo el caldo. Pero para diferenciar pensamientos de emociones, está muy bien hecha la figura retórica.

El punto clave del asunto son las emociones. ¿Quién puede controlar sus emociones? Mejor dicho. ¿Qué parte del cuerpo controla las emociones? El cerebro, o mejor expresado, nuestra parte cerebral o racional.

Es muy interesante cómo describe un escritor de la Biblia al corazón figurativo. Jeremías, que así se llama el escritor, plasmó lo siguiente: "El corazón es más traicionero que cualquier otra cosa y es desesperado. ¿Quién puede conocerlo?".

La pregunta, al leer esto, es: ¿quién se dejaría aconsejar por alguien traicionero o desesperado?

Imagínate que estás a punto de tomar una decisión importante en tu vida. Pero no estás segur@ de qué decisión tomar. Así que acudes a alguien en busca de consejo. ¿Irías a pedir consejo a alguien traicionero? Más aún, ¿le preguntarías a alguien que se encuentra desesperado?

Bueno, el sentido común respondería a estas preguntas con una negativa, pero cada un@ es libre de hacer lo que quiera. A la vista está, sin embargo, que, si siguieras el dictado que dice "Déjate guiar por tu corazón", estarías haciendo caso de alguien con las características mencionadas.

Hay que reconocer que suena bonito eso de guiarse por el corazón. Pero, personalmente, lo veo más como una avocación al fracaso, que un éxito emocional.


10/11/05. Tomando en consideración el comentario de mi querido Kim Carsons, he de agregar que el corazón también tiene su función a la hora de tomar decisiones. Es bueno consultar con él a la hora de identificar los sentimientos que provoca nuestro entorno sobre nosotros, pues la razón no suministra dicha información. Pero, a ser posible, que no influya en decisiones importantes de la vida.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Puede que tengas razón, y puede que... no toda. Los llamados asuntos del corazón abarcan infinidad de aspectos, no sólo aquellos que tienen que ver con las emociones. Lo que llamamos nuestra parte racional sólo es capaz de evaluar pros y contras, juzgar, razonar. Cuando se trata de puro juego intelectual basta, pero ¿qué cuando uno tiene que vivir con los sentimientos que le proboca lo que vive? Uno ha de tomar constantemente decisiones, grandes o pequeñas, o minúsculas, pero igualmente importantes porque implican un despliegue de voluntad, y es cuando esta frase sobre la guía del corazón suele salir a relucir. Porque a menudo, una vez que la razón ha hecho su trabajo, a la luz de ésta suele ocurrir que hay tantas razones y de tanto peso para para poner en práctica varias alternativas, que existe el peligro de continuar razonando para terminar haciendo aquello a lo que te empujan las circunstancias, o en el peor de los casos para no hacer nada y lamentarse cuando ya no es posible hacer algo. Es decir, a veces uno razona para no ejercer voluntad, por miedo a decidir y a hacerse responsable hasta el final de esa decisión, simple y llanamente.
¿De dónde nos viene la fuerza para decidir algo? ¿Qué puede hacer que la balanza se incline hacia una de varias alternativas, incluida la de no hacer nada? Pues yo creo que es del corazón, si uno sabe distinguir bien entre él y la simple comodidad, o el deseo, porque es quien siempre sabe lo que uno quiere de verdad. A menudo da miedo hacer lo que uno está seguro de querer hacer, hay múltiples razones, que a veces se confunden con prejuicios, necesidades de falsa seguridad, que nos apartan de lo que queremos. Por eso opino que la frase "déjate guiar por tu corazón" a veces no es tan desacertada, según se entienda, y que incluso es muy acertada.

David Díaz dijo...

Estoy de acuerdo, Kim. Tienes razón.
Pero creo que hay que hacerle caso sólo en contadas ocasiones, de las cuales citas algunas. No más, que luego coge carrerilla y... ¡no hay quien lo pare!
Saludos.

Anónimo dijo...

solo se q no se nada