15 enero 2006

Cuando los años pesan...


Cuando uno tiene la oportunidad de mirar en los ojos de una persona mayor, es casi inevitable ver tristeza, dolor, pena...

Y si uno se detiene a escuchar sus relatos de las vivencias pasadas... lo que se puede llegar a descubrir puede ser realmente triste.

La vida que vivieron nuestros abuelos no fue para nada un "camino de rosas"; más bien, todo lo contrario. Con respecto a España, la guerra, el racionamiento, la dureza, la falta de expresividad de sentimientos, la opresión sobre la mujer... y un largo etcétera, llegaron a silenciar todo vestigio de felicidad que pudiera existir dentro...

Y ahora esa felicidad es una pequeña llama que se extingue en el fondo del corazón de los mayores, cuyo recuerdo es sólo el arma que hiere el alma de los sentimientos.

Rencores pasados, viejas rencillas, malos sinsabores, injustos desplantes, inmerecidos desprecios... y todo eso ahora está grabado con fuego en el recuerdo.

¿Qué se puede hacer? Se resume en una palabra: comprensión. Esta cualidad llevará a escuchar con atención, ser empáticos y procurar dar siempre un enfoque positivo a la conclusión.

Ojalá pudiéramos borrar de la mente los malos recuerdos... Mientras tanto, aprendamos de los errores ajenos. Así no los tendremos grabados indeleblemente para el resto de la vida.

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