25 enero 2007

"...este período de tumba..."

Eres la más joven, pero ya no una chiquilla.

La vida no es fácil; cada cual se cree con derecho
a ser tu maestro y se abroga atribuciones
que a ti te desesperan.

Yo te digo:
Sé por experiencia
lo que se debe y lo que no se debe hacer.

Todo el año, día tras día,
estás oyendo estas pesadas verdades.

Los defectos de los que aconsejan,
nunca tienen importancia.
Y tú sola llevas el peso de los reproches
que te dirigen sin pensar si son justos.

No siempre es fácil la tarea de tus padres,
debiendo juzgar siempre
y no siendo siempre justos en sus juicios.

Desde luego, parece raro
oír los reproches que dirige a los mayores
una chiquilla como tú.

Estás rodeada
de viejos cascarrabias, cuyos sermones
debes tragarte como una amarga píldora
para no romper la paz.

Pero no pierdas el tiempo que pasa
porque hay el estudio,
y los libros
y la lectura es un bálsamo.

Más delicado es el punto
de la coquetería:
«¿Qué me pondré hoy?
¿Qué me pondré mañana?
No me quedan ya medias,
tengo la camisa rota
y los zapatos destrozados.»

¡Cuántos sinsabores, cuántas calamidades!


De su padre, a Anne Frank

01 enero 2007

Y uno aprende...

Después de un tiempo,
uno aprende la sutil diferencia
entre sostener una mano
y encadenar un alma.

Y uno aprende
que el amor no significa recostarse
y una compañía no significa seguridad.

Y uno empieza a aprender...
que los besos no son contratos
y los regalos no son promesas.

Y uno empieza a aceptar sus derrotas
con la cabeza alta y los ojos abiertos.

Y uno aprende a construir
todos sus caminos en el hoy,
porque el terreno de mañana
es demasiado inseguro para planes...
y los futuros tienen una forma de caerse en la mitad.

Y después de un tiempo
uno aprende que, si es demasiado,
hasta el calorcito del sol quema.

Así que uno planta su propio jardín
y decora su propia alma,
en lugar de esperar que alguien le traiga flores.

Y uno aprende que realmente puede aguantar,
que uno realmente es fuerte,
que uno realmente vale,
y uno aprende y aprende...

Y con cada adiós uno aprende.

José Luís Borges